Sánchez odia Madrid y sus socios odian España
En realidad, Pedro Sánchez es un psicópata sin empatía ni remordimientos, capaz de lo que sea con tal de lograr sus deseos, tan narcisista que se cree por encima de todos los demás. Odia a los madrileños porque no le votan a él y habiendo descartado ya que lo vayan a hacer alguna vez, no tiene ningún reparo en actuar contra la capital de España si con ello satisface las exigencias de sus socios de Gobierno, comunistas, independentistas, proetarras y golpistas a los que sólo une su odio contra España y su deseo común de poner fin al modelo de convivencia pacífica y democrática del que hemos disfrutado el último medio siglo. Sánchez odia a Madrid y como sus socios odian a España, para lograr su apoyo hará todo lo que esté en su mano para perjudicarla, concediendo todo lo que le exijan los enemigos de España.
El pasado domingo el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE dio un mitin en Ponferrada, preparatorio del 40º congreso federal del partido que se celebrará en Valencia el próximo fin de semana. En dicho congreso federal se debatirán hasta siete enmiendas a la ponencia marco, en las que se defenderá la «necesidad de que entidades públicas salgan de la capital» para frenar la despoblación y equilibrar el desarrollo de los territorios, como dijo Sánchez en Ponferrada, abanderando esa idea. La ponencia marco del congreso federal recoge la «desconcentración a partir del traslado total o parcial de las sedes de diversos organismos a distintas ciudades del país. Por ejemplo, algunas agencias estatales, así como segundos niveles de la Administración». Y en las enmiendas se quiere añadir, por ejemplo, que “España tiene que ser policéntrica. El centralismo es ineficiente, pero también es insolidario”; o que “una forma de hacer frente al deterioro de las zonas rurales en la España vaciada pasa por la descentralización del aparato estatal que se encuentra situado en la capital de España”.
La ministra portavoz, Isabel Rodríguez, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del lunes, reconoció que ya hay «trabajos previos» en el Gobierno para descentralizar las instituciones y llevar algunas fuera de Madrid y que la idea es «hacer más grande España y sentir el Estado hasta el último rincón del país». Piensan empezar por instituciones de nueva creación inflando el elefantiásico aparato público del Estado y descartan, de momento, que ningún ministerio actual sea trasladado. Por su parte la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha advertido de que «destrozar Madrid es destrozar España» y dice que Pedro Sánchez busca que otros españoles «odien Madrid» para que así odien «su propio país».
Deberíamos estar hablando de la pobreza energética causada por las subidas del recibo de la luz; de las colas del hambre que siguen creciendo aunque hayan desaparecido de las noticias de todas las subvencionadas cadenas de televisión; del último informe de Cáritas que dice que con Sánchez y Podemos, 11 millones de personas están en situación de exclusión social y de ellos, 6 millones ya en situación de pobreza severa, que son 2,5 millones más que antes de Sánchez y Podemos; del récord de parados incluidos los ocultos por los ERTE y los autónomos en cese de actividad; de la inflación que es el impuesto de los pobres; de los presupuestos basados en predicciones ficticias que se traducirán en déficit, deuda y pobreza; de las subidas de impuestos y de la ruina económica y social a la que nos aboca el psicópata Pedro Sánchez. Pero aquí estamos, distraídos con la tumba de Franco, el Pazo de Meirás y la madrileñofobia de un Gobierno que haría bien si lo que se le ocurriera trasladar fuera todos sus ministerios a la Isla de Perejil.